La tradición nos dice que seguir la Vía, es como escalar una alta montaña. Aquel que ha decidido emprender el ascenso elegirá la vertiente que quiere escalar y buscará un guía para que le muestre el camino. Si la vertiente es demasiado abrupta o el guía es inexperto, los resultados pueden ser desastrosos. Pero incluso con el mejor guía no es fácil. Los obstáculos son numerosos, los esfuerzos penosos. Es necesario un gran combate, un cuerpo a cuerpo con la montaña. Cada movimiento debe ser preciso, medido. No se puede dejar nada al azar. Un paso en falso significa la caída.   Pero ¿Cuál puede ser el interés de este desafío de cada instante, entre la cima y el abismo, entre la vida y la muerte?

Aquel que afronta la montaña sabe, o algo en él sabe, que el gran combate tiene lugar dentro de sí mismo. La montaña no es más que un pretexto, es lo que permite al hombre enfrentarse a sí mismo, es lo que le da la ocasión de superarse. El practicante va a desarrollar la voluntad y la energía necesarias para su evolución, enfrentándose a las dificultades.  "Cuando el hombre emerge, triunfante sobre todas las pruebas, es capaz de realizar lo que antes no habría podido hacer"

¿Cuál es la apuesta de este combate interior? Para los maestros, los verdaderos obstáculos que impiden al discípulo avanzar son los creados por su personalidad artificial. El trabajo que hay que realizar consiste en hacer saltar los bloqueos físicos y mentales, para que las fuerzas latentes en el hombre puedan florecer libremente. Para vencer los obstáculos interiores hay que tener la paciencia de acosarlos sin tregua y el coraje de enfrenarse a ellos. Orgullo, dudas, miedos, impaciencia, cobardía, son trampas temibles en las que muchos caen. Una de las claves de la Vía es no desalentarse y perseverar, a pesar de todo, a pesar de uno mismo.

Autor Anónimo

Todo lo anterior es verdad, pero ahora, con la invocación a los Ángeles, todo esto se hace más suave, más rápido, más liviano, porque asciendes en las alas maravillosas del amor de la Hueste Angélica junto a ti.

Llámalos y escucha el susurro, o la brisa dulce de su presencia, dentro de tu corazón.

WEBMASTER

    Fanny Carrasco Zañartu 

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